sábado, 22 de noviembre de 2008

GRANDIOSO RECITAL DE ANTONIO S. DIEGO

Antonio Sanchez Diego con la colaboración de Francisco Glez Castro en algunos relatos nos obsequió con un recital para recordar.

Ayer sobrevolaron por encima de la sala de actos de la escuela los ángeles sin sexo de Proust, los ángeles con sexo supongo de Peter Handke, y los más importantes para mí, los que más estuvieron presentes, los de un poeta muerto que se llama José Watanabe. Estuvo presente Watanabe por la sencilla razón de que Antonio en sus relatos hizo poesía y la hizo además haciendo revivir o vivir a objetos inertes como una copa de vino, dos gotas, una roca, una hoja seca, ect, y las hizo revivir como he dicho a través de la poesía y del recuerdo.

Cuando Watanabe en su verso dice que la piedra
En ese momento no era impermeable ni dura:
Era el lomo de una gran madre………

……nos está contando uno de los cuentos de Antonio en los que a través de una copa de vino, el vino a través de esos efluvios nos retrotrae en el recuerdo a sus años-los de Antonio-, niños en que su abuelo le hacía conspirar en una revuelta contra la ley seca de la familia, y le enseñaba los secretos del líquido sagrado.
Cuando nos cuenta el cuento de los dos patitos nos retrotrae a los años niños, a mi cuento favorito del patito feo, pero a la vez nos hace de montador y director de una especie de película hecha de retazos de documentales de la 2ª cadena de televisión. Antonio hace hablar al bosque, al hueco en el árbol, a las lagunas y al aire y al viento que soportan a los dos patos que por primera vez hacen el viaje con sus familiares. A mi me vinieron a la mente los libros de cuentos muy personalmente queridos de naturaleza que me impresionaron hace poco de un bosque legendario llamado “el bosque sin nombre”, de Riesgo, y otro de hace más tiempo de un amigo llamado Deltell.
Los cuentos de la hoja del árbol y de las dos gotas eran Antonio en estado puro, eran como la elevación de la consciencia al último estadio de atención posible para captar lo más sencillo. Como decía la poeta del este, el arte sin artificio, la difícil facilidad de lo sencillo cuando a sido mascado y trillado por el rumen antes de pasar por el estómago de una vaca pensadora y meditativa: por algo son sagradas las vacas en la India. Todo ello configuró una serie de éxtasis en la vida de Antonio, parangonables a los de Proust, y que plasmaron un mosaico de libro viviente como pocas veces se habrá podido escuchar y ver. Por último para Antonio el lenguaje pese a ser un instrumento bello, es eso un instrumento, no un objeto o un objetivo en si mismo con el que trazar florituras en el papel, y ese es el secreto de la esencia de lo sencillo que anidaba en santa Teresa, en San Juan, en Peter Handke, en Tsvietáieva, en Miguel Delibes, en el cual como en Antonio es casi una forma de ser, aunque no se si tan autentica como en nuestro compañero, pero eso ya son cotilleos de portera. En fin, que los que no hayan estado se lo han perdido. Enhorabuena a Antonio, a su mujer y familia, amigos y a arteduna por tenerle dentro.

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