A la muerte del ser cercano
Vamos llegando al asilo alto y transparente.
Vamos llegando jóvenes rubios ,
Viajeros solitarios, en el tránsito de una cárcel
De tugurios que nos distraen solo un momento.
Ellos se amaban y se aman como solo algunos pájaros
Que carecen de memoria distraída.
Se querían como el ala sana a el ala herida,
Se morían por vivir en la luz santa de los amores cátaros.
Su bondad era un perfume, una canción sincera
Que sonaba sin querer.
Su mirada era la más dulce quimera
Que irradiaba de luz lo que no se quiere perder.
Se van hijos y padres jóvenes, se van unos corriendo,
Otros se van despacio con el sueño de volver.
Y a sus costados dejan a la madre tierra lloviendo,
Llorándonos vencidos por ganar tiempo a un ido querer.
Para Ramón, Elena y familia, y para la familia Rivas.
martes, 9 de marzo de 2010
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